viernes, 31 de julio de 2009

A los seguidores del Blog

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Un fuerte abrazo a los del premio María Amelia López Soliño

Estoy muy agradecida de la admiración que me tienen, un fuerte abrazo.

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Marita, gracias por la adoración que me tiene ud, no me conoce, no pensé que fuer tan admirable mi historia, yo pensé que mi vida no tenia historia... pero si eso es historia, muchas gracias por la admiración. Muchos saludos un abrazo fuerte para ti Marita. También me gustaría conocerte.

Yo conocí a un uruguayo muy orgulloso y de mucha personalidad que quizo hacer su carrera en Italia.

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Hola Yoli, aunque no la conozco la admiro por ese interés que tiene usted por mi vida, efectivamente el golpe de la vida enseña a conocer muchas cosas y uno quisiera regresar a ser joven pero ya no se puede retroceder, se sigue adelante, yo tengo mucha alegría de mi ancianidad, voy a cumplir 100 años, en estos 100 años he tenido muchos fracasos y muchas veces también triunfos, pero eso si, con mucho trabajo. Pero es una lástima cuando una es vieja ya no retrocede, así que siga adelante. Si ud puede deje su historia también para sus hijos y nietos.

Ahora en mi ancianidad soy feliz, no tengo hija, pero tengo muchos nietos y bisnietos y gozo mucho de ellos. yo no puedo decir que ninguno de ellos me deja de querer. Me quieren mucho mucho mucho!. voy a morir feliz deseándole también felicidad a mis nietos y bisnietos. espero que ustedes tambien sigan ese camino.

Según la historia dicen que los argentinos son muy orgullosos, pero yo conozco varios argentinos por que he estado en Génova y conocí tres argentinos gente muy sencilla y amigable. En países ajenos uno siente una hermandad con gente de otros países, al conocer a estos argentinos los senti como mis hermanos. Mi queridisima Yoli te deseo muchas felicidades y que deje mucha felicidad a su familia.

No imagine que hiciera cosas tan interesantes, que mis nietos han escrito por casualidad, me alegra conocerla en ausencia, hasta otra oportunidad si Dios Quiere.

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Señora Merana, le llevo 20 años, subir al avión fue cuando fue joven, tenia 22 años cuando subí por primera vez, no perdí la serenidad, en un avión de guerra! que lo convirtieron en correo aéreo, no tuve miedo de morir, dije, si acá me muero, bueno, se acabo la vida, pero si nosotras que estamos viejitas, tenemos que seguir lo que se nos presente en nuestro por venir, siga usted serena queriendo muchos a sus nietos y bisnietos si es que los tiene, y si tiene hijos también, por que ellos son nuestros amores y lo que mas queremos en nuestra vida.

Si Dios quiere que viva la edad que yo tengo, no reniegue, siga ud siendo cariñosa, sea usted muy feliz, todavía tiene mucho por vivir.

LE agradezco siempre a l señor por que me conservo contenta, feliz, siempre pensando en el futuro y aveces reacciono y me digo: Abigail! por que piensas así si ya estas viejita. pero luego pienso que estamos en las manos de Dios. Le deseo que sea tan feliz como yo lo soy señora, hasta pronto.



domingo, 12 de julio de 2009

Viaje en avión

He viajado mucho. En esos viajes he aprovechado para observar.

Por ejemplo, Bagua, cuando yo conocí era una pampa. Con una parte trazada para que en un futuro mañana se haga pueblo. Y cuando me hablaban de Bagua... decía “yo conozco… pero donde es?”.

A pie a burro a pie a burro. A veces a caballo.

En avión…

Tenía que viajar a Lima urgente. Los únicos aviones que habían eran de la Faucett, pero ya no había sitio para mí.

Me dijeron “No quieres volar en el avión de correo?”. Y yo quería viajar, así que acepte. Para eso viajaba también un señor Pardo de Miguel, dueño de una hacienda y era aviador… siempre volaba. Él me dio un ato de bolsas de papel… “para que la señorita bote las pesetas” dijo. Yo decía para mí “pero sino no tengo ninguna peseta! Seguro me van a botar más rápido que nunca”. Estábamos volando encima de Chimbote y vino un viento y el avión se bajó bruscamente… y luego se puso de cabeza… yo, serena, pensando “ya nos vamos al mar”. El señor me miraba, tendría miedo que le vomite en las botas. Y viene otro vacío y bajó de nuevo.

Llegamos a Las Palmas. Cómo le ha ido a la chica?. Le dice el señor al aviador “es una mujer maravillosa, nada ha botado, nada se ha asustado”. volteó y me dijo “Venga… la voy a bajar”… y me cargó y me bajó. “Cuantas pesetas ha botado?”. Yo respondí “No tengo nada. No tengo plata para dejar nada”. El señor se rió a carcajadas. El me explicó que botar pesetas le decían a vomitar. “Podrías ser aviadora” me dijeron.

Sin saber volé. Y resulto que esos aviones los había regalado mi abuelo… 4 aviones de guerra para el gobierno de Leguia. Y el puso 1 avión para el norte y uno para el sur… para el correo. Ese fue uno de los adelantos que hizo Leguía.

Los sábados iba la gente a Bellavista del Callao para pasearse, ahí estaban los aviones… pagaban 50 centavos por pasajero… cola hacían para pasear…

En casa de Augusto B. Leguía

A los 20 años me empleé a casa de Augusto B. Leguía, no en palacio, en su casa.

Un día me lo crucé y me preguntó “Cómo te llamas?”… “Yo me llamo Abigail, pero a nadie le gusta mi nombre por eso me han puesto María, nadie puede pronunciar”. Él respondió “Cómo? Un nombre tan bonito”… “bíblico”, creo, dijo. Desde entonces cuando nos encontrábamos en el pasillo, él me decía “Hola Abigail! Cómo estás?”

Otro día, cuando le tomé más confianza le dije “Porque le llaman tirano, ladrón? Si usted se usa la fortuna de su mujer”. “Y tu cómo sabes?” me preguntó. “Yo he trabajado en su ingenio y en su fábrica, cuando era chica”. El se rió y me dijo “Qué lindo título, estoy escribiendo mi libro y le pondré así. Y te voy a dedicar un libro”.

En eso ya vino la persecución.

viernes, 10 de julio de 2009

Años de Colegio

En el año 1923 y 1924 hasta el 1926 estuve en el colegio Instituto Andino en Huancayo, que era un colegio Adventista , un misionero estaba organizándolo... no sé de quién sería el terreno… cogieron como 2 cuadras y  lo hicieron… me matricule ahí porque un tío que era primo-hermano de mi papá me apoyó…

Dos años me aguantaron y ya me iban a botar porque no había pagado, ya tenía 16 años en ese tiempo. Me aguantaban porque era una gran jugadora… jugaba vóley, básquet, handball, salto alto, corría… era bien ágil… volar nomás me faltaba… por mí nomas ganaban… la barra  me había apodado petisa,“cuídense de las petisas” le decían a las normalistas. Practicaba todos los deportes. Eso le gustaba al director, los hacía quedar bien.

En ese entonces había un norteamericano, que lo llamaban Mr Taylor, que fue alcalde e hizo muchas mejoras, la acequia con todo su desagüe pasaba por el centro de la calle, él la canalizó, este señor embelleció e hizo mejoras. Hizo una ciudad moderna, bonita. Y ordenó que todos pintaran las casas, sino les podía multa.

Como era norteamericano, era amigo de la gente de este instituto. Él me encontró ahí llorando y me miraba y le pregunta al director porque estaba llorando... después me dice: “anda a tu salón”, yo  le digo: “no puedo ir a mi salón”… entonces el me acaricia la cabeza y me dice “anda a tu salón,  no te preocupes”... yo miro al director y me dice “anda al salón”. Al segundo día el director me dijo que el Sr. Taylor había pagado mi pensión por dos años, hasta que termines de estudiar el 2do de primaria, luego si no tienes plata no vengas.

Cuando fui a mi salón. La profesora me dijo “siéntate Gutarra. Qué es de tu hermano?”… y él se había hecho la vaca.

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En ese colegio había dos hermanas, Juana y Luisa, eran chinas. Su papá hacía embutidos con carne de chancho.. y mandaba a Lima para vender... cuando dejé el colegio… fui llevando mis chanchos para venderle…

Pedí el prospecto para el internado en la Normal… pedían: colchón, catre, ropa de cama, 3 camisas de dormir, 2 uniformes de diario, 1 uniforme de parada, 2 pares de zapatos. Con la plata de los chanchos compré todo y llevé un espejo…

Cuando ya estaba en el colegio, todas venían a verse en mi espejo. Y me dejaban todo sucio y luego me bajaban la nota, porque uno tenía que mantener limpia su sección.

Cuando estaba en cuarto año de primaria, ya tenía 17 años…  y hubo una conferencia, con un catedrático, a la que iban todas las alumnas desde cuarto en adelante. Yo y una boliviana con la que compartía cuarto fuimos, a ella le gustaba la medicina, se sabía todas la venas de la cabeza “Que mujer para maravillosa!”, ella se llevó la medalla de oro. Yo sabía mucho de historia, pero después me preguntan, como el jurado era  un sacerdote, que era vicario: “Dios es infalible?”. Yo dije: No. Yo no sabía que significaba, pensé que era algo malo. Entonces la directora me sacó afuera y me dijo que porque había respondido así y le explique que no sabía y le dije que “el sacerdote debió habernos explicado que era”. Perdí así la medalla, solo saque la de plata. La boliviana se la sacó, ya ni me acuerdo el nombre de esta chica.

lunes, 29 de junio de 2009

Infancia 2: Centenario de la Independencia

Nosotros vivíamos en Cañete, mi mamá estaba muy bien, tenía su máquina de coser, trabajaba, y también trabajaba en el campo de algodón, apañando el algodón, les daban 10 metros de tarea, 10 metros de ancho por 50 metros de fondo, y por eso le pagaban 80 ctvs, así pagaba Ambrosio Nosiglia, que era su padre el dueño de la hacienda San Benito. Ella pedía dos tareas porque mi hermano Juan y yo la ayudábamos, cuando ella terminaba su tarea nos ayudaba a terminar a nosotros. ¡Qué trabajadora era mi madre!

Mi papá trabajaba en la Hacienda San Benito como amansador de caballos y además como veterinario empírico, porque el había aprendido a cuidar animales en el ejército, pero Ambrosio Nosiglia no lo quería porque le había vendido sin su autorización 20 burros de los mejores, y por eso Ambrosio Nosiglia le había cobrado quitándole sus tierras en Sicaya.

Mi mamá se había separado de mi papá en 1919, y se vino a Lima, mi papá luego nos volvió a buscar y mi mamá lo perdonó, a pesar de que yo no quería ellos se volvieron a unir.

En 1921 estuvimos en la Hacienda Unanue, porque mi papá tuvo problemas con el hacendado Nosiglia. La hacienda Unanue era muy bonita… Seguirá siendo?…

Esta hacienda mandó un grupo de trabajadores para la celebración de la Independencia con los mejores caballos que tenía, mi papá y mi mamá estaban entre ellos, mi mamá estaba montada de lado, ella montaba muy bonito, ella se puso una falda negra con su blusa blanca y una chompa negra y con su sombrero de paja. Todos fueron a desfilar a San Vicente de Cañete, para celebrar el centenario de la Independencia del Perú, así celebraron.

Yo no fui al desfile, pero mi hermano Juan si fue, montado en un caballito chico, yo me quede en la hacienda con mi abuelita Peta, a hacer el almuerzo cuando regresaran, pero nos contaron que todo había estado muy bonito.

domingo, 28 de junio de 2009

Infancia 1: Mis primeros recuerdos

Muchos me preguntan, sobretodo los médicos, que comía cuando era niña, y yo les cuento esto:

Mi mamá nos llevaba al puerto de Cerro Azul, caminando desde San Luis, ella iba a pescar y se metía en un túnel en una gran roca junto al mar con su burro, en ese tiempo era todo limpiecito y clarito el mar, ahora no, ahora todo está sucio...

Yo me asustaba porque mi mamá entrara, pensaba ya los pescados se habrán comido a mi mamá y me ponía a llorar en la entrada del túnel... ella entraba con su burro y salía con canastas de paja llenas de anchoveta.

Ella las ponía al sol a secar con sal; extendidos en un costalillo, mi hermano y yo las cogíamos y nos las comíamos así crudos... con todo y sus vísceras...hasta con su caca…

Al regreso íbamos de Cerro Azul hasta San Luis, pero ahí mi mamá nos sentaba en una carreta y ella iba caminando al lado jalando al burro… para llegar a la hacienda San Benito donde vivíamos

Como rompíamos los platos mi abuelita, nos preparó platos… potos de la calabaza madura y allí comíamos camote "chancleto", así se llamaba, camote amarillo sancochado del que chorreaba la miel. Ese era un verdadero camoteno como ahora que nos dan raíces.

Después había bastante maní, lo recogíamos y crudo nos lo comíamos.

Que no habríamos comido!...

Camino a mis 100 años

Mi nombre es Abigail Gutarra Castro nací en Cañete, un pueblo al sur de Lima, la capital del Perú; nací un 29 de diciembre del 1909, y por ello este año estoy caminando a cumplir mis 100 años.

Mi madre se llamó Clotilde Castro, pero debió llamarse Clotilde Nosiglia Castro, natural de Cañete; mi padre se llamó Pedro Gutarra Samaniego natural de Sicaya, Junin.

Espero que a través de esto pueda compartir mi vida, mis experiencias y que de algo les pueda servir.

Como un primer consejo les digo que para llegar a esta edad hay que trabajar mucho, para conservarse sano,y a los hombres que sepan respetar a las mujeres... porque pienso en mi abuelita, y en las mujeres de mi familia y como sufrieron por los hombres que encontraron en sus vidas.

Imagenes de mi vida