viernes, 10 de julio de 2009

Años de Colegio

En el año 1923 y 1924 hasta el 1926 estuve en el colegio Instituto Andino en Huancayo, que era un colegio Adventista , un misionero estaba organizándolo... no sé de quién sería el terreno… cogieron como 2 cuadras y  lo hicieron… me matricule ahí porque un tío que era primo-hermano de mi papá me apoyó…

Dos años me aguantaron y ya me iban a botar porque no había pagado, ya tenía 16 años en ese tiempo. Me aguantaban porque era una gran jugadora… jugaba vóley, básquet, handball, salto alto, corría… era bien ágil… volar nomás me faltaba… por mí nomas ganaban… la barra  me había apodado petisa,“cuídense de las petisas” le decían a las normalistas. Practicaba todos los deportes. Eso le gustaba al director, los hacía quedar bien.

En ese entonces había un norteamericano, que lo llamaban Mr Taylor, que fue alcalde e hizo muchas mejoras, la acequia con todo su desagüe pasaba por el centro de la calle, él la canalizó, este señor embelleció e hizo mejoras. Hizo una ciudad moderna, bonita. Y ordenó que todos pintaran las casas, sino les podía multa.

Como era norteamericano, era amigo de la gente de este instituto. Él me encontró ahí llorando y me miraba y le pregunta al director porque estaba llorando... después me dice: “anda a tu salón”, yo  le digo: “no puedo ir a mi salón”… entonces el me acaricia la cabeza y me dice “anda a tu salón,  no te preocupes”... yo miro al director y me dice “anda al salón”. Al segundo día el director me dijo que el Sr. Taylor había pagado mi pensión por dos años, hasta que termines de estudiar el 2do de primaria, luego si no tienes plata no vengas.

Cuando fui a mi salón. La profesora me dijo “siéntate Gutarra. Qué es de tu hermano?”… y él se había hecho la vaca.

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En ese colegio había dos hermanas, Juana y Luisa, eran chinas. Su papá hacía embutidos con carne de chancho.. y mandaba a Lima para vender... cuando dejé el colegio… fui llevando mis chanchos para venderle…

Pedí el prospecto para el internado en la Normal… pedían: colchón, catre, ropa de cama, 3 camisas de dormir, 2 uniformes de diario, 1 uniforme de parada, 2 pares de zapatos. Con la plata de los chanchos compré todo y llevé un espejo…

Cuando ya estaba en el colegio, todas venían a verse en mi espejo. Y me dejaban todo sucio y luego me bajaban la nota, porque uno tenía que mantener limpia su sección.

Cuando estaba en cuarto año de primaria, ya tenía 17 años…  y hubo una conferencia, con un catedrático, a la que iban todas las alumnas desde cuarto en adelante. Yo y una boliviana con la que compartía cuarto fuimos, a ella le gustaba la medicina, se sabía todas la venas de la cabeza “Que mujer para maravillosa!”, ella se llevó la medalla de oro. Yo sabía mucho de historia, pero después me preguntan, como el jurado era  un sacerdote, que era vicario: “Dios es infalible?”. Yo dije: No. Yo no sabía que significaba, pensé que era algo malo. Entonces la directora me sacó afuera y me dijo que porque había respondido así y le explique que no sabía y le dije que “el sacerdote debió habernos explicado que era”. Perdí así la medalla, solo saque la de plata. La boliviana se la sacó, ya ni me acuerdo el nombre de esta chica.

2 comentarios:

  1. Hola Abuela

    Aca les comparto un artículo que encontré en el que mencionan a Mister Taylor. Creo que alguna vez nos hablaste de la peste en Sicaya...pues bueno en este artículo que copie del Correo de Huancayo se habla de eso.

    un abrazo

    javier

    Influenza y bubónica en Huancayo

    Sandro Bossio

    La temible influenza no es recuerdo (o realidad) sólo de Europa o Estados Unidos. En 1918, Huancayo fue sacudido por la calamidad que estremecía el mundo entero: la gripe española que en el viejo continente causó un verdadero exterminio y, aquí, hizo colapsar el entonces pequeño hospital y terminó con muchos pobladores marginales.

    Según consta en los archivos del nosocomio local, el flagelo empezó a fines de junio y se desató en la segunda semana de julio, contagiando a muchos lugareños. Los pacientes llegaban por docenas y, a falta de camas, eran acomodados en los pasillos sobre sábanas y mantas. La pulmonía y los accesos bronquiales eran fulminantes, y los infectados morían tras angustiosos padecimientos respiratorios. La inexistencia de un antibiótico capaz de derrotar a los agentes etiológicos (la penicilina empezó a ser comercializada recién en 1941) prolongó por muchas semanas el sufrimiento. Murieron alrededor de cien personas.

    Pero hubo una peste peor, la más grande del siglo XX, en Huancayo: la bubónica. Se inició en Sicaya en el mes de agosto de 1926. Se sabe que Apolinario Aliaga, infectado en Pariache, fue el que inició el contagio. Fue traído a Huancayo la noche del 30 de agosto y agonizó en el Hospital El Carmen hasta el 9 de setiembre, en que falleció. Dos días después se supo que otras personas, como Mauricio Chipana, María de Leyva y Eduviges Ishuaylas, habían sido contagiadas. El mortal inficionamiento estaba desatado. En la siguiente semana el hospital fue atiborrado.

    El médico huancaíno Emilio Bravo Delgado, tras largas noches sin dormir, logró localizar el microbio infeccioso y determinar la epidemia: neumonía pestosa. Esta enfermedad, producida por el «bacilo pestus» o de Yersin, es transmitida al hombre por picadura de pulgas infectadas o alimentos que han estado en contacto con los detritos de las ratas. En esa época éstas abundaban tanto en el campo como en la ciudad.

    Una vez definida la enfermedad, se dio la voz de alarma que permitió evitar una epidemia en toda la región. La campaña sanitaria estuvo dirigida por el Dr. Manuel Gutiérrez Aliaga y por los enfermeros de apellido Adrianzén y Remotti.

    El alcalde de entonces, Míster J.F. Taylor, ordenó fundar un lazareto en las afueras de la ciudad y trasladar de inmediato a los apestados. Vista Alegre, barrio del sur de la ciudad, fue el lugar escogido. Los vecinos de esa zona fueron vacunados en prevención con suero antipestoso enviado por el ministerio de salud.

    Se sabe que los doctores Bravo Delgado y Gutiérrez Aliaga; los enfermeros Adrianzén y Remotti; el alcalde Taylor y el sacerdote salesiano Pascual Fiori, se ocupaban diariamente de viajar hasta el lazareto llevando medicamentos, víveres y consuelo a los infectados. Tello Devotto apunta en su historia de la ciudad: «Los habitantes del barrio de Vista Alegre, aislados por el cordón militar, vivían al borde de la desesperación. Surge entonces la noble personalidad del alcalde de Huancayo J.F. Taylor, que desafiando la peste iba todos los días, llevándoles los auxilios de la ciudad y los de su propio peculio».

    El padre Fiori, igualmente, debía caminar diariamente diez kilómetros para suministrar los últimos auxilios espirituales a los enfermos.

    Sensibilizados por esta terrible época, varias agrupaciones de beneficio social organizaron colectas públicas y actividades, cuyos fondos se destinaron a la curación de los infectados. Así, las erogaciones según balance publicado, totalizaron cerca de mil soles, de los cuales quinientos se debieron a la colecta pública organizada por la Asociación de Empleados de Comercio.



    http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=8&txtSecci_parent=&txtSecci_id=26&txtNota_id=52287

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  2. Me encantan estas historias Abigail!!
    Qué dura su vida en el colegio.
    Qué buena acción tuvo con usted el Sr. Taylor!
    Cómo me está gustando entrar a su Blog a leer sus anécdotas.
    Dios le brinde mucha salud. Un cariñoso saludo.

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